365 días de libros: mayo 2008

Microrrelatos, relatitos, relatos, cuentos y hasta novelas cortas

Los exámenes están a la vuelta de la esquina, y ya no hay tiempo para nada más que estudiar. Sólo unos últimos flecos: ¿presenté la práctica? ¿completé el trabajo? ¿envié mi presentación? ¿leí el libro? ¿me pasas los apuntes? Bien, pues entre agobio y agobio siempre habrá un momentito para tomarse un café o una caña, hojear el periódico o el Twitter, darse una vuelta por el parque o por las islas de Second Life, verse con los amigos o quedar en el Messenger... para lo que no hay tiempo a estas alturas es para leer Guerra y Paz.
Pero ¿por qué no leerse algún que otro microrrelato entre codo y codo? Aquí os proponemos una serie de distintas lecturas que van del microrrelato a la novela corta, pasando por el cuento. Y vamos a poner los libros seleccionados en el vestíbulo de la Biblioteca para que queden más a mano. Y además vamos a dejaros ver algunos comienzos de relatos, para abrir boca:
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso.
Vengo de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de las
pasiones.
Edgar Allan Poe.
En el tranvía reinaba un calor tórrido, sofocante.
Mircea Eliade.
Ántes, cuando llegaba el verano, íbamos en barca.
Cesare Pavese.
Manuela tenía el pensamiento en las sesiones de su profanidad compartida.
José Luis Morales.
El gobierno comunista de Pekín, en medio de una impresionante campaña de
propaganda, se propuso reformar a las prostitutas...
David Kidd.
Al empezar el viaje, el sol brillaba intensamente sobre Munich...
Bram Stoker.
No entiendo por qué no me dejan pasar la noche en la clínica con el nene...
Julio Cortázar.
En el patio del hospital hay un pequeño pabellón circundado de un auténtico
bosque de bardana, ortigas y cáñamo silvestre.
Antón Chéjov.
La hiena dijo una noche a la liebre "Vamos a pescar"...
Cuento popular de Senegambia.
Mi padre se llamaba Schnabelewpski; mi madre se llamaba Schnabelewopska...
Heinrich Heine.
El vapor con sus múltiples aplicaciones constituyó la principal gloria del siglo
XIX.
Nilo María Fabra.
También esta historia, mi niño querido, sucedió en tiempos pasados y
remotísimos.
Rudyard Kipling.
A pesar de sus treinta años, Bertha Young disfrutaba aún de instantes como
este...
Katherine Mansfield.
Josef K. soñaba.
Franz Kafka.
La fama de hermosura de Julia estaba esparcida por toda la comarca...
Miguel de Unamuno.
Nuestros dos ojos no vuelven mejor nuestra condición.
Voltaire.
Soy un hombre de cierta edad.
Herman Melville.
¿Te ves capaz de escribir algo así? ¿Más o menos? Pues no dudes en dedicar tu poco tiempo libre a participar en alguno de los certámenes de microescritura que te proponemos a través de las páginas amigas:

¡A escibir! !A leer!

Leonardo y la Mona Lisa, de Donald Sassoon

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El retrato de la señora Lisa expuesto en el Louvre sonríe a los turistas. La dama se mantiene ajena a los flashes de las cámaras, los suspiros de reconocimiento y los empujones de la multitud que cambia el peso de un pie a otro como en un torpe ballet. Recatada, casi inocente, parece contemplar la sucesión de visitantes que hacen sitio a la siguiente horda sin muestras de cansancio. ¿Cómo iba a estar cansada? Al fín y al cabo, no es una persona, sino algo inanimado: un simple objeto, unas cuantas capas de aceite pigmentado sobre madera de chopo; sin duda el trozo de madera más famoso del mundo. Sujeto a un bloque de hormigón tras una barrera de cristal antibalas, el retrato se halla protegido de los vándalos que acuden en busca de sus quince minutos de fama. ¿Quince minutos? La señora Lisa -madonna ("mi señora"), acortado a Monna Lisa, llamada incorrectamente Mona Lisa, y conocida en Francia como la Joconde y en Italia como la Gioconda- ha disfrutado de quinientos años de fama. Tiene la cara más conocida del mundo. Pero ¿Cómo ha llegado a conseguirlo?
Todo empezó con Leonardo...

Leonardo y la Mona Lisa: la historia del mayor enigma del arte. El título puede llegar a llamarnos a error, ahora que el cuadro de la enigmática sonrisa nos persigue, no desde la mirada irónica de las salas del museo, sino desde las célebres novelas conspiranoicas en que ocupa su tiempo gran cantidad de los europeos que leen algo; no, no se trata de desvelar enigmas, sino de contarnos, de modo ameno y riguroso, por qué Leonardo pintó el cuadro, o cómo fue robado en 1911, o por qué se ha convertido en icono mundial o en qué épocas de la historia del arte se ha considerado una obra menor, prescindible. Todo ello en un libro editado con exquisitez, en cuidada traducción y con cientos de fotos que ilustran este relato.

Hemos seleccionado este libro para esta semana porque el 18 de mayo se celebra el Día Internacional de los Museos y tenemos en la Biblioteca del Campus de Colmenarejo de la Universidad Carlos III de Madrid una pequeña exposición bibliográfica con libros de arte, historia del arte, museos y museología. El lema para este año es: "Los museos como agentes para el cambio y el desarrollo social".